miércoles, 20 de mayo de 2009

OTRO RECUERDO PARA MI CIUDAD


OVALLE LA PLAZA…MÁGICA

¿Se ha sentado, alguna vez, en un banco de la plaza de nuestra hermosa ciudad?. Dicen que en las plazas se reúnen solamente los jubilados y las personas que no tienen trabajo, junto a los turistas y mendigos. Por supuesto que en esas mismas plazas también deambulan, los rateros, escaperos y toda la gama de maleantes que pueda existir. Ellos buscan la oportunidad para ganarse algunas monedas.-

Si Ud. ha tenido esa experiencia, pienso que estaremos de acuerdo en afirmar que en esos lugares tan concurridos de un pueblo o una ciudad, actualmente, se pasean los fantasmas del pasado, representados en hombres, mujeres y niños que, sin ser vistos, parecen gozar del ambiente familiar que se respira entre los añosos árboles y los duros asientos de madera.-

En un día de descanso, tuve la suerte de disfrutar de una tarde en la plaza de nuestra Ciudad y, aunque no me crean, observé, con mucha alegría, los grandes personajes que hicieron las delicias de mi juventud.



La banda de músicos, instalada en el lugar de siempre, con toda la ceremonia que el caso requería, hacía sonar sus instrumentos en un vals de Strauss , en una cueca chilena o en una marcha militar. Los infantes, jugando en los jardines o en el puente de la pileta , mientras el heladero ofrecía sus barquillos de helados de canela o frutilla.-

Para las fiestas Patrias, en la otra esquina el organillero, acompañado por el Chinchinero, dejaba que el lorito, entre rejas, les dijera la suerte a las jóvenes. Nunca se supo como el organillero entrenaba al loro “ Choroy” para que todas esas hermosas señoritas quedaran siempre felices, pensando en su príncipe azul.-

Esa tarde, entre el ruido de los caballos tirando las calesitas, el cantar del vendedor de pan amasado, el sonido de la campana de la cárcel o la alegría de la juventud tomando mote con huesillos, vi a los grandes políticos, nacientes periodistas, caballeros del comercio ,profesores hacer “ cola” para ser atendidos por el lustrabotas que tenía sus instalaciones en la esquina frente al " Oasis" .El Alcalde, de grandes bigotes y sombrero de copa, mirando las palomas, estudiaba algunos planes que presentaría en la próxima reunión municipal.




Me faltaba mucho que ver en nuestra querida plaza, pero, por esas cosas de la vida tuve que volver violentamente a la realidad de esos momentos. Y, entonces, vi caras tristes. Los niños que sonreían ya no estaban, se habían quedado en el pasado, igual que la ingenuidad que envolvía a las jóvenes casaderas.-

Los hombres, taciturnos, caminaban como zombies, sin detenerse a mirar las flores ni observar el canto de los zorzales que disfrutaban de excelentes gusanitos.- No habían cariñosos saludos; El vendedor de pan amasado ahora trabajaba en un café con piernas y el heladero las hacía de acomodador de automóviles en la calle del Liceo, frente a la plaza.-

Los grandes señores que los domingo de antes asistían a misa de 11, estaban vigilando sus plantaciones de viñedos y paltos o vendiendo la plantación de alcachofas, siempre vestidos con sus trajes de huaso, incluidos sombrero y faja multicolor, fuera de los grandes anteojos negros para el sol.-

Me di cuenta que yo también había cambiado. Los años fueron curtiendo mis manos y los recuerdos de juventud fueron grabando en mi alma muchos momentos de felicidad. El banco de la plaza , bajo el jacarandá, me hizo recordar al primer amor de mi vida y, también el sufrir el primer fracaso de un amor de estudiante.

Ya no se escuchaba el tañer de la campana de la cárcel. Sólo a unas dos cuadras de la plaza aún existía el Casino Olmedo que, durante muchos años había permanecido entregando sus ricos helados de canela. El Liceo de hombres con sus dos pisos de madera había sucumbido ante el progreso y el sonar del pito de la maestranza había quedado en el olvido, junto al famoso tren de los maestransinos que diariamente atravesaba la ciudad en busca de los trabajadores.


Sentado en el duro Banco de la plaza comprendí que en ella se guarda todo lo pasado y sólo es questión que tengamos el tiempo disponibles para estar algunas horas en ella para que nos cuente la vida de la ciudad y nos haga volver a la juventud .-

El Mirón de la Calle