miércoles, 20 de mayo de 2009

¡ E L TREN L O N G I N O


UN VIAJE AL NORTE DE CHILE

En momentos de ocio, las personas que ya tienen una edad avanzada, recrean su intelecto recordando hechos, fechas y acontecimientos ocurridos 4 o 5 décadas pasadas; los tiempos de niñez o juventud, tiempos que para ellos siempre fueron mejores.-

Pero de eso no deseo comentar hoy. Sólo es un preámbulo para llevarles a un paseo que ya no se da a lo largo de gran parte de Chile, pero que era común en los años 40 hasta los inicios de los 80.. Un viaje al norte utilizando el ferrocarril que, por muchos años, fue el medio mas expedito que hubo, principalmente para el abastecimiento de mercaderías y otros productos a la minería y salitreras existentes en la zona. Los jóvenes universitarios que estudiaban en Santiago eran sus principales usuarios.-

Como información al margen, les digo que Chile es una larga y angosta faja de tierra que, de ancho, puede medir un poco mas de 90 kilómetros en su parte mas estrecha y de largo mas de 4 mil kilómetros en la parte continental. Hasta Cabo de Hornos podemos sumar 7 mil Kilómetros.

Pueden comprender, entonces, que el ferrocarril, necesariamente, debía cubrir los requerimientos de la población, mas cuanto las carreteras o caminos eran de construcción muy primaria.-

Así las cosas, el traslado se hacía en tren, vehículo que se demoraba muchos días en cubrir cortas distancias. La línea férrea fue construida bordeando los contrafuertes de la cordillera de los Andes y de la cordillera de la costa, por motivos estratégicos, segun cuentan los historiadores.







El tren en que viajaremos está compuesto por cuatro carros o coches y será tirado por una locomotora a carbón. Es una de las características del sistema ferroviario, pero no despliega mucha fuerza. Es llamada Roger, palabra muy conocida en todo el mundo. La trocha o sea la abertura entre riel y riel es tan sólo de un metro y para que pueda funcionar normalmente hay que llenar sus estanques de agua cada 50 kilómetros, mas o menos y mantener a buena carga los depósitos de carbón.-

Nuestro viaje se inicia en La Calera, ciudad centro de una actividad agrícola importante. Productora de cemento, aun mantiene circulando trenes especiales que traen la materia prima desde las minas ubicadas a 10 o 15 kilómetros de distancia. En Calera encontramos las vendedoras ambulantes que, vestidas con impecables trajes muy blancos nos ofrecen Sandwiches de pernil de cerdo y otros engaños para el estómago. En el Porche o Sala de espera nos encontramos con un puesto de diarios donde podemos adquirir la Estrella o La unión, diarios de Valparaíso.




El coche cuenta con asientos de madera y, de acuerdo a las costumbres, servicios higiénicos en ambas puntas junto a una especie de escalerilla por la que los pasajeros suben..-Una vez instalados, vemos como los viajeros comienzan a llenar cualquier lugar disponible con maletas, elementos de abrigo, botellas de alguna bebida y la canasta con hartas presas de pollo asadas, huevos cocidos, platos, servicios de mesa y vasos.- Y todo ese trajín se entiende pues son mas de 1.000 kilómetros los que tendremos que viajar.-


Ya nos hemos acostumbrado al traquetear de las ruedas sobre la línea; el humo de la locomotora penetra en los coches por la ventanas semiabiertas luchando con el calor húmedo que sale al exterior. A paso de tortuga vamos subiendo una cuesta y la oscuridad de un túnel evita un mayor esfuerzo de la cansada máquina, pero hay alegría porque llegamos a Pichidangui. El tren se detiene para ser abastecido de agua. Los pasajeros bajan a disfrutar de exquisitas cazuelas de ave que expenden las señoritas en los puestos instalados en el recinto. Dicen que aquí se come un pescado frito muy sabroso y barato.-



Ahora vamos más rápido. La locomotora, saciada su sed, camina a gran velocidad, mientras las olas del océano parecen pañuelos blancos que nos saludan.. y llegamos a Los Vilos. Realmente su nombre primitivo fue Lord Wilow, pero la costumbre fue cambiando el vocable que, finalmente fue aceptado por todos. Un balneario en ciernes, con posibilidades de convertirse en un lugar de descanso de veraneantes. Aquí la máquina recibe mas combustible desde la carbonera instalada en una vía cercana. Y seguimos observando el verde de los cerros y el azul del mar.-

El correr cansado del tren nos hace dormitar muchos kilómetros hasta cuando nuevamente el caminar se hace lento debido a otra subida y llegamos a Illapel.
Ovalle, Coquimbo ciudad turística, La Serena, Vallenar, Copiapó, van quedando atrás perdidos tras el ultimo vagón. Ahora sólo hay desolación. De vez en cuando vemos algunas instalaciones mineras en cerros morados, amarillos, en pleno desierto de Atacama. Dicen que es el desierto mas inhóspito del mundo.

Saliendo de Vallenar hemos visto el desierto florido, lugar turístico y muy visitado. Allí ese desierto tan inhóspito se cubre de flores de todos colores por kilómetros y el visitante se siente impresionado por tanta belleza.- Pasado Copiapó, los comerciantes que llevan sus mercaderías para la minería y el salitre, preparan sus cajones, maletas y canastos porque estamos por llegar a Pueblo Hundido y tomar la combinación al Mineral de Potrerillos.

Mientras la amistad entre los pasajeros ya es muy importante y algunas botellas de un buen vino circula de mano en mano, junto a alguna presa de pollo o “ sanguche” de arrollado, sin darnos cuenta, estamos en Baquedano, lugar donde las vías toman rumbos diferentes: Calama hacia la cordillera y Antofagasta hacia el oeste.


Con la llegada del tren, el comercio renace y las gentes mineras reciben con gran beneplácito las verduras, gallinas, huevos, quesos, ropa de vestir. Todos artículos y vegetales que no existen en la sufrida zona.

Después de haber dormitado varios kilómetros y comido queso de cabra con vinito tinto, nosotros llegamos a destino, mientras que el tren continuará su viaje hasta Iquique, ciudad gloriosa. Hemos caminado tres días, con sus noches y no nos hemos cansado. Observamos el maravilloso panorama que nos muestra ese norte de frío y sol, de alegrías, de sufrimientos, de recuerdos.-

Hoy sólo son fantasmas que corren a través de la vía de un metro de ancho, por cerros de colores y calientes arenas de ese desierto que, aun, inhóspito, siempre es nuestro amigo igual que el querido “ Tren Longino” que entregó su vida en aras del progreso y que de él sólo existe su recuerdo en pequeños museos ferroviarios de Chile.-

Una pena-.